Monday, August 27, 2007

El Mundo desde mi Casa





























Sunday, August 26, 2007

What's art?

Celebramos a Andrés y aquí tenemos la prueba: el regalo.


Y salimos este weekend...

Como buenos amigos que somos, nos pusimos de acuerdo confiando el el buen sentido (que no es tan común como lo vocean las malas lenguas) que el otro tuviera y, como todo buen amigo, no contamos con las deficiencias del otro. En este caso, nadie anotó la dirección del famoso restaurant Ocho y Medio y todos (llámese Leyla y quien les habla) nos perdimos.
Llegar tarde es una impronta en mi caso, pero vagabundear con el viento congelante de el sábado pasado no conjuraba muchas risas.






Llegamos y doña Adela y Andrés ya habían llegado y conversaban entusiastamente como dos comadronas después de la telenovela. Luego, llegó la Bostoniana Margaret. La audiencia para Saraband, de Bergman estaba completa.

Entramos a la pequeña sala con unas tres filas de butacas sacadas de algún cine de los que íbamos cuando chicos ordenadas bajo un aparataje de parlastes y data y enfrentando una pantalla de unos cuantos metros. La sala, helada como pata de oso polar, estaba adornada de posters de películas famosas. La película en sí resultó una quirúrjica visión de relaciones humanas, siempre en conversaciones de dos personas, en que la tensión estaba dada más que nada por el poder ejercido sobre los personajes por sus propias emociones y sus destinatarios.

A la salida de la película, que en lo personal se volvió un poco larga, doña Adela se quejó por el cierre del restaurant/cine. El lugar es bonito, muy cool, pero tiene muy poca difusión. Por otro lado, se dedica a dar películas europeas y de calidad, lo que no llama precisamente a un público muy masivo o con medios.



Leylita, a.k.a. La Habanera.

Siempre es un gusto tener a doña Adela en la conversación. Ella le subiría el pelo hasta a una convención de reggaetón por solo estar allí con su mirada calma, que nunca es condescendiente y que siempre te enriquece. Su pasión por el cine, su comentario inteligente y humano, su preocupación por los más débiles, la convierten en alguien que ha sido mi privilegio conocer. La dura.

De ahí, la conversa, una vez que dejamos a doña Adela en su depto, continuó en la Cava de Mar, el restaurant-casa antigua. Lindo lugar, con poca gente, dos pisos en que puedes ir a un salón rojo en que la mesa central es una tina o a un bar con cómodos sillones.

A nosotros nos tocó la tina con pétalos de rosa en el fondo.

Hablamos, hablamos, hablamos. La vida, el arte, sueños, oportunidades, recuerdos, la experiencia, libros y películas. El arte requiere una elaboración y un producto para que permanezca, pero hay momentos que se fijan en la memoria y pueden generar una conversación entre la vida y el artificio. No sé si esa noche fue uno de esos momentos, pero la verdad es que quién sabe...

Margaret, que aún mete la pata (lingüística), pero con gracia.






Sunday, August 12, 2007

El cuerpo en contra

Salí, entre otras cosas, a bailar el último sábado y la verdad es que hubo mucho de decepción en esta nueva intentona de rememorar las jornadas de ataño en las que se tomaba y movía el esqueleto hasta después que las mesas fueran limpiadas y las botellas vacías retiradas. Ahora, como que se sentían los cigarrillos y el vino en el cuerpo, que por mucha gradación que tuviera, no lograba conservar el calor en el mismo.
Eran las tres de la mañana y se me ocurre hacer la pregunta clave a mis comparsas de fiesta: ¿Tienen sueño chiquillos? La respuesta, evasiva en un comienzo, fue claramente que sí y que más valía la pena partir. Igual, en un comienzo, me dió rabia, pero luego, la verdad sea dicha, me sentí traicionado por un sentimiento de acuerdo con la decisión. Por una parte, quería quedarme y sacarle a la noche su promesa de éxtasis experiencial que no había entregado aún, pero por otro lado, sabía que mi biología no me secundaría por mucho.
La vuelta, entre una espera de micro de 20 min. en un clima que amenazaba con llover en cualquier momento, y el bus que se fue gondoleando por la vida, me hizo pensar que todo lo visto (entre ello, el destaclable restaurant bar "La Cava del Mar" frente al parque Italia y la no tan buena película de Los Simpsons) se quedaba simplemente en la portada.
¿Es el hecho de no ser tan joven una prohibición de vivir experiencias de descubrimiento y maravilla? No, pero el cultivo de mañas y tics de todo tipo nos lleva a calibrar lo que es disfrutar y dejar fuera muchas de ellas con un gran "pero". Y es que ya no somos tan simples, no somos tan salvajes, no somos tan... jóvenes.