Saturday, January 27, 2007

Antes que termine el mes, los abrazos en imágenes

La gran Gloria y Jenny, la promotora y gestora de los porotos negros.


Los profesores de Inglés (Lucho Rodríguez y su narrador) pasamos piolita al lado de nuestros colegas del idioma galo. Imagino que un poco por la falta de solidaridad de nuestro sector del gremio y en parte por sentir que la pérdida de ellos tiene que ver con una elección más práctica de nuestra parte.


Una visión más panorámica (o alejada , al menos) de la sección (claro del bosque) que homenajeaba a Víctor (Jara, por supu...) con unas fotos "increíbles" (como diría cierto tipo de persona).


En la Plaza de los Poetas, Volodia (que está muy viejo, todo un Yoda) hablaba de como todo el poder está concentrado en un solo sector de Chile que maneja los diarios y en manera más patéticamente evidente la televisión.

No sé dónde quedó la parte que no supieramos.

Bueno, igual Mr. T. habló por harto tiempo y se llevó ovación.



La familia Hijuelana siempre firme con Víctor.


El Lalo, Francisco y la Gloria con Víctor atrás encaramado en Machu Pichu.






Hodddaaaaaa!!!! Abazoooooooo!!!!
Detalle: Lalo le saca los mocos con el pulgar a la niñita de la foto.




Sí, Lalo, convéncete. Víctor jugó alguna vez a la pelota.

Que nunca olvidemos lo que pasó y que nunca jamás se... Bueno, uds. saben.



Degustando sus porotos negros. Bien llenador el almuerzo.




Tuesday, January 23, 2007

Momentos del ser

La verdad (siempre empezar con frases como "la verdad" o "no, pero..." me pone en alerta, tanto cuando las uso como cuando las escucho) es que Tommy Rey, a pesar del entusiasmo del Lucho, no es del tipo de música que me mueve (un tanto literalmente), sin embargo, me sentía un resto impelido a saltar cada vez que el bochinchero sonoro lo requería ya que la pena contraria era claramente ser "un Pinochet", y la verdad (aghhh... maldita palabra) no quería que el viejo me viniera a penar.
Tanto salto cansa cuando llevas a cuestas una mochila y una masa corporal bastante pasada de lo saludable. Por lo mismo, una vez acabada la Fiesta de los Abrazos, la idea de tener que caminar por Av. Matta en búsqueda de una micro o colectivo me quitó lo poco de alegría que me había contagiado el Galeón Español o la Muchachita-muchachita-muchachita. Tenía ganas de reclamar, pero tímidamente fuí cejando y tratando de poner lo máximo de buena onda en un momento que las patas me latían más que corazón de mina sensiblera en concierto de Arjona. Faltaba poco para que el compañero Pablito diera paso al burgués Pablo, ese monstruo coleccionista de libros y amante de la comodidad... Aún hablo de mí, por si acaso.
Tomamos colectivo... perrrdón, taxi (no me acostumbro a estos cosmopolitismos) y nos bajamos en una estación de servicio en Vicuña Mackenna.
Llegamos en la noche a una casa de esas antiguas, donde te llevaba tu vieja a ver a sus amigas aún más viejas que ella misma. Casas con un pasillo largo y lleno de puertas conducente a un patio con parrón, llenas de habitaciones oscurísimas (como la conciencia de ese mismo... o de tí mismo: Thou art the man), con ventanas y póstigos nunca abiertos y con un olor a naftalina, rincón y humedad.
La casa parece estar desierta hasta que unos murmullos nos hacen avanzar por el pasillo hasta el fondo, patio con parrón y amigos conversando una cerveza y muchos sueños.
El Nano es el primero en reconocerme y saludar. ¿No te acordai de mí, Pablito?, me dice. Hay algo en el Nano que te hace pensar que hay gente con la cual es imposible no hacerse amigo. "P'ta, compadre, la verdad es que te me haces tan familiar que..." Y ahí me cae la teja que el Nano es el amigo de Calera que el Lucho siempre llavaba a los carretes en Valparaíso. Un buen tipo cuyo recuerdo me llevó a darle un abrazo al segundo que todos esos recuerdos invadieron mi maltrecha psiche.
En la mesa del patio estaban la Gloria y el Gastón. Gloria es una morena de largo pelo y ojos pequeños que tiene algo intrínsecamente terreno y profundamente femenino, algo Pachamamesco si se pudiera decir: a una mina como ella yo mandaría a Miss Chile de una, onda lo mejor de mi tierra.
Gastón, con su pelo canoso, crespo, largo y al parecer cada vez más escaso, me hace pensar (y es que al final, en primeros encuentros, todo está relacionado a impresiones) en uno de estos sabios de Nepal al que un montón de giles van a ver y, después de una larga travesía, le piden iluminación, sólo para que el sabio les responda con una de "esas" frasesitas koan que te quiebran la cabeza por su terrenalidad aparente y franca imposibilidad. Mago? Jodo?
Me siento y presiento que con esta gente, con esta tribu en la que aterrizo, hay un lazo que venía de antes. Este Jüng era un pillo. El asunto es que conversamos por horas y es de esos momentos escasos, raros como diamantes simétricos, en que un solitario se siente acompañado y parte de algo. Un momento tipo Aleph, perfecto en lo que se dice y siente, tan pletórico de epifanía que no queda más que aceptarlo por lo que es y disfrutarlo.
Lo mejor era tener cierta certeza en el mismo momento, verlos, saber que había algo allí.
Abrazos hay muchos e incluso algunos no muy sinceros. Aquí el abrazo era comunitario, era la palabra y el ron, era el reir desde dentro.
Era sentir que la vida, por un par de horas al menos, se transformaba en un círculo y que había sentido y belleza en este valle de lágrimas. Hubo un abrazo invisible cada vez que recordaban (recordábamos) el amor de las mulatas cubanas, la humedad del trópico, las heladas tardes de Atlanta o a los pintorescos habitantes de Hijuelas.
Esa noche, mientras la fruta madura llovía y nos golpeaba la cabeza, nos hacía ver que aquello no era un sueño, que a veces las pequeñas y buenas cosas de la vida pasan bajo un parrón que, extrañamente, bota damascos que no alcanzan a despertarnos de la embriaguez intoxicante que el latir conjunto de corazones humanos causa.

Tuesday, January 16, 2007

Inpublicable

¿Cuál es la idea de publicar los resultados de la PSU delos chicos que lideraron el movimiento estudiantil del 2006? Algo huele muy mal... algo que huele a viejos uniformes... y no de colegio precisamente.

Tuesday, January 09, 2007

abazoooooooo

Se venía el primer fin de semana del año y había que decididamente algo que no fuera a) quedarse viendo tele desparramado en el sillón del living, b) lo mismo pero comiendo unas papas fritas o chocolates, c) haciendo el aseo a lo Elvira, d) ordenando libros para finalmente decidir dejarlos donde mismo, e) inventándose otra crisis hipocondríaca.

Así que cuando Rodríguez, durante la celebración del año nuevo me dió el abrazo del oso (¿es lo que pienso o para variar tiene otras connotaciones?) y me arrancó la promesa de ir a la fiesta de los ídem (abrazos, no osos, idiota), pensé que sería un poderoso amuleto para el año.

Así que mientras los choferes de la quinta región y sus allegados protestaban por el cambio del sistema, yo marchaba carmelísticamente a la capital. Mochila al hombro, con más esperanzas que expectativas, tomé el Pullman, el metro y llegué al parque O'Higgins.

El lugar (la metroestación, realmente) trae recuerdos ya que hace unos diez años trabajé durante un verano para un tío en su venta de neumáticos y baterías. ¿Recuerdos? Bueno, la asamblea más grande de pulgas que jamás haya visto en la pierna de mi pantalón, lleno ya de hoyos producidos por al ácido de batería que le saltaba mañana y tarde. Lo sombrío y gris que es santiago(este par de adjetivos deben ser una de las frases hechas menos originales nunca jamás escritas... Otras podrían ser "Es una fiesta de la democracia" dicho por un político ante cualquier mierda que tenga caracter conglomeratricio y a los medios presentes. Otra puede ser "estábamos justo hablando de tu propuesta" que llega casi al nivel de la clásica "voy a comprar cigarrillos, siendo la segunda más íntegra porque no quiere pasar por mierda buena onda... es simplemente una huída). Otro recuerdo es las idas y venidas en metro al centro a hacer los depósitos y las escapadas a San Diego donde ese viejo que vendía unos pocket books increíbles. Recuerdo los que compré (casi la mitad de lo que gané ese mes fue a dar allá) y los que no.
Pero volvamos al momento en que Carmelo llega a la ciudad...

A medida que bajaba la escalera mecánica en la metroestación, pude divisar a Rodríguez con una lola. Imagino que la Jenny, la amiga del Lucho, respiró aliviada al ver que el tipo del que le habían hablado tanto no era el melenudo metalero que iba delante mío.

Rodríguez Jenny



¿Qué decir de la Fiesta de los Abrazos sin arriesgar una temporada en el Gulag o una en Siberia con los osos polares o ambas porque probablemente quedan donde mismo o una en la otra? Bueno, huelga decir que es una fiesta linda, como un viaje al pasado que podríamos definir (usando vocablos de diseñador con presupuesto pero poca originalidad) como vintage, algo viejo, pero bonito y sumamente ondero.

El asunto fue que de entradita ya me llegó el espíritu contradictorio (Vive le humane contradiction!) de nuestra ocasión. Me acerco a un bolichito al lado de la reja que rodea la festividad y una señora de apariencia respetabilísima, muy a-la-Gladys, me dice en tono parco, pero no agresivo: "Son mil quinientos pesos, compañero". ¿Hay un resumen más patente y efectivo de lo que es la izquierda hoy en día? Bueno, tal vez los mocasines de cuero del compañero partidista en "Martín Romaña": qué más cercano al pueblo que alguien te mire la cara y con todo respeto te meta al mano al bolsillo... Hay huemules y cóndores en el escudo, no?

Una vez dentro del recinto, era como invadir una combinación bien rara entre Kermesse de un colegio bien grande y lana a rabiar (lana de alpaca) que se llamara... ponte, "Fidel", "Venceremos", "Buena Vista Social Club", "Montecristo" o llanamente "República de Cuba", con una procesión atea y militante auspiciada por una revista llamada "Revolución"... digamos.

Bueno, el asunto es que desde el principio la atmósfera en el lugar era increíble. Había un "compañerismo" entre desconocidos que era francamente notable. Si hasta me daban ganas de fumar habanos, tomar ron y comer frejoles hasta reventar. Bueno,lo del ron sería igual incluso so Fidel fuera dueño de McDonalds.
Para qué hablar émulo de Collodi y de cómo se hablaba de él. El Gusano, el viejo de mierda y la c... sumadre, el tirano, el dictador, el que-te-jedi, etc. Pienso que la memoria de Pinochet va a lamentablemente mantenerse viva por demasiado tiempo y no gracias precisamente a las viejas ridículas que andan quebrando vitrinas. No se culpe a nadie... Bueno, la cosa es que incluso la Lucía si fuera allá, seguramente saldría mascullando contra un viejo de mierda llamado López para, sólo al llegar a su casa, ya con el pijama y el pañal puesto, parar la risa y darse cuenta de quién hablaban estos comunachos.
Ya... después sigo. Es muy tarde y el cerebro no da.

Temas por tratar:
los porotos negros
el flea-market a mano alzada
Tommy cantando papel en mano
Tomatera nocturna y recuerdos de mujeres americanas (no gringas claro)
Eduardo y los mini-fideles
Gastón, gran master

Monday, January 01, 2007

Feliz Año Nuevo

Bueno, el año no iba a partir demasiado promisorio, lo cual, para ser honestos, lo hacía el setting bastante parecido a partidas anteriores . Si bien, era importante que por fin me pusiera de acuerdo con mi hermano para esperar el 2007 juntos carreteando por primera vez (increíble que aún haya primeras veces), la verdad es que ambos fuimos a lo que nos diera la olla, con una botella de ron y coca en la mochila y ganas de que el asunto funcionara. Ya habíamos tratado de hacerlo años atrás, pero me las tuve que dar de enfermero con una ex a medio intoxicar y dejar al loco botado 20 minutos antes de las doce. Al final, a la mina se la tragó la historia y mi hermano se encargó por la eternidad y un día de recordarme que había puesto a una loca antes que a la sangre. Por lo mismo, el 31 era una ocasión trascendente.
Fuimos a un par de miradores: Atkins y Gervasoni. El Gervasoni, que aseguraba buena visión (lo que aseguraba buenas fotos para el Zócalo www.elzocalo.cl y el flog del Jorge), estaba lleno y no había tanta onda como yo esperaba. Apareció una vieja igualita a la Bachelet y un viejo con lentes gigantes la revolvía, pero nunca tanto como para considerarlo memorable. Se estaba pasando a caca el carrete...
En eso, llaman Mischa Díaz y Lucho Rodriguez. Están en Errázuriz. No me cuesta demasiado convencernos que hay que bajar, al plan: hay que ir donde las papas realmente van a quemar.



El Mischa y el Lucho estaban, junto al "Marco Antonio Solis", donde prometieron (frente al Cielo) y fue toda una experiencia. Tallas iban y tallas venían. Las cagó. Hubo un espíritu de camaradería y comunión humana como no había sentido en ene tiempo. Es que tipos como Rodríguez y Díaz son un tesoro que hay que cuidar. hay en ellos un zest for life que los lleva a vivir el momento sin cuestionamientos, sin hipocondria, sin elaboraciones que entorpezcan el seize the day. Son genios del arte de vivir, pero no de esos que llenan curriculum: no hay vestimenta premeditada, actitud comprada o el alambicamiento que veo en la gente alrededor. Los admiro ene por ser de verdad. No sé si alguna vez se los he dicho.
El asunto es que empezamos a sociabilizar con la gente alrededor nuestro y los contagiamos con nuestra propia y ruidosa alegría. No sé si ellos, pero yo estaba contento debido a algo muy simple: comenzaba el año con la pata derecha, rodeado de gente querida que me quería y aceptaba. Y era algo que se respiraba. Todos en la misma. Son momentos en que uno entiende lo que pasa en los estadios antes que los tontitos empiecen a destrozar.
El gran momento que llegó a su climax cuando nos damos cuenta que hay un borrachín botado a escasos metros frente a nosotros. La gente empieza a dejar botellas alrededor del viejo que no se da cuenta porque ya que, a las 11 pasadas, está moto. Para darle más emoción, apilamos más botellas aún y empezamos a darle un aire de animita al viejo. Le cantamos, le bailamos, vitoreamos; la gente que pasa entra en el juego, rendo nerviosos pero absolutamente cómplices. Le sacamos fotos y la gente empieza a hacer lo mismo. Era como dirigir una orquesta o dirigir una coreografía de lo cosmicómico. La expectativa de ver qué se nos ocurría en el próximo par de segundos y si podríamos hacerlo.


Por supuesto que en algún momento llegó la ley. Su gran intervención fue sacar al viejo de la calle y su montón de botellas... para dejarlo tres metros más allá, apoyado en una palmera del bandejón. Mataron la mística, pero probablemente le evitaron un par de cortes al pobre viejo.


Bueno, entremedio, hubo copas, celebración y...tatatatán... los fuegos, que se demoraron en empezar, no así las rechiflas. Y que qué había pasado. Que si la Reginato había tomado mucha champaña, que si el presupuesto se lo había tragado la gente de Chiledeportes (Chilerecortes). Sonaba un petardo a lo lejos y no faltaba el jocoso que decía "Bueno, eso serñia todo... a despejar la calle, por favor..." Una vez terminados los fuegos, los abrazos a los desconocidos de siempre, la sed eterna, el ver qué hacíamos, que no podemos ir a tal lado porque estamos enojados con fulano y que sutano se había ido al sur, que quién cresta se va al sur cuando Viña la lleva ("Viña, Ciudaaad bella" empezamos a cantar...). En medio del jolgorio, el convidado de piedra, Marco Antonio, abre el último paquete de papas fritas por abajo y se caen en cascada todas las crujientes. Empiezan las recriminaciones que terminan en insultos al perpetrador y carcajadas por granel.
Copete.
Había sed así que nos dirigimos al sector de subida Ecuador a comprar sus tontas libaciones. Hicimos las "moneas", que es un ritual que nunca cambia. Entre Jüng y Nietzche se soban las manos mientras negociamos quién pone cuánto. La negociación es siempre afable y relajada, nunca peleando por quién pone más o menos o sacando calculadora de la cartuchera como si elmomento fuera un Far West del mal gusto. Para este grupo de caballeros sin armadura, hay rules of engagement que se respetan ante todo.
Es así que los caballeros, que han dejado sus monturas en un lugar que no quiero recordar (o ya no podía por razones etílicamente justificadas), se dirigen a la Plaza pública (léase Aníbal Pinto) cuando notan una ausencia. Marco Antonio, el ídolo AM, ha desaparecido en la lontananza y, cual Shane en la película homónima, nunca sabremos si iba ya muerto sobre su caballo.
Plaza llena de gente a más no poder. Me imaginaba el metro en Japón y los tipos con esos palos para arrear a los niponitos. No puedo negar que la imagen era inquietante.
La cosa es que hubo un momento de epifanía. De entre la multitud se empezaban a vislumbrar féminas hermosas, "como un sol" si seguimos la usanza de Rodríguez. Una chica linda tras otra. Me sentí, por un instante, un Ezra Pound cualquiera oteando caras bellas saliendo del metro de Paris y escribiendo su haiku inmortal.
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Pues bien, Mischa había prometido la llegada de féminas, que se tradujeron en la aparición de "la Jueza", guapa amiga de nuestro héroe que seguramente terminó la celebración bailando en La Máscara con su caballero.
Eran las cuatro y a mí me dió sueño, pero fue una buena celebración. Pero esa es harina de otro costal y seguramente de otra entrada.
Sólo queda por esperar que sea un buen 2007.