Tuesday, December 23, 2008

Juan XXIII haunts

El cambio se nota. Hay más arrugas y más guata, pero las esencias son ridículamente las mismas. Los rostros ríen (tendrá alguno de ellos conciencia que me voy a fijar en la foto y trata de mostrara el máxmo de dientes para que no los trate mal?) y trato de pensar que son felices. Los miro nuevamente y me doy cuenta que sí, que lo son. Los quiero entrañablemente por ello. Ellos son mi pasado, son mi formación, son mi primera ventana (la más válida) al mundo y al futuro. Gracias a ellos aprendí a ser un poco menos ermitaño y con ellos aprendí la violenta opresión del "caer bien". Si el querer es un acto de fe (un leap of faith), ésta es la prueba patente. Rostros sonríen ante la camara, estoy contento, pero realmente sé hacia quiénes dirijo el lente y a quiénes disparo? Sin duda, no los niños de 17 del decenio pasado. Sin embargo, si yo he cambiado tanto y tan poco...

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