Ok. Son 34 y se sienten. Lo siento en el agua, lo siento en el viento, lo huelo en el viento. La verdad es que las celebraciones tuvieron de todo un poco. Un poco de mala onda en la pega, un poco de sorpresa a cargo de mis niños de la universidad, algo de perplejidad y cambio y mucho de buena onda por parte de mis amigos de verdad.
El primer llamado fue de la Pauli Céspedes cuando iba acurrucado en el colectivo hacia la pega. Me llama al cal. y lo primero que pienso es "Chuta, qué mal amigo... ella me llama a primera hora y yo ni me acordé de su cumpleaños el 5 de Octubre." La Paulina 0 rollo. Eso es lo que me encanta de ella: es fresca, pero no en el sentido de patuda, sino que en que siempre está acequible a su propia emocionalidad y a entrar en contacto contigo.
La Carola Escárate, que ha por fin alcanzado un estado de serenidad que me alegra, tb me llamó y me llegaron mensajes de Macka (madre orgullosa) y Zulma.
Me saludaron y regalaron en la pega. Una antología de Neruda (poeta con el que me reconcilio a tastabillones) y un disco de Björk (Medúlla).
A la salida de la pega, me llama la Moira para saludarme y prometernos mutuamente visitas y conversaciones cuya intensidad y cariño nunca son menguados por el tiempo.
A la noche salimos con Leyla, Margaret y Andrés. Fuimos a comer y conversar de lo humano y lo divino (qué oración tan de viejo mamón). Desde los estragos de los años hasta palabras favoritas. Divertido todo. Las fotos a continuación son un homenaje a la amistad y a lo pacientes que son mis amigos al aguantar mis inaccuracies de trato y mis excentricidades. Lo mejor de este cumpleaños es saber que tal vez algo he hecho y mi gente sigue siendo mi gente.
Ps. Leyla se escabulló y no salió en ninguna foto.
Es un piano, ¿se nota? La idea es que por un segundo me poseí por el espíritu de Beethoven (o Jerry Lee Lewis?)... de ahí la pose.
Margaret tratando de entender las instrucciones de posar frente al casco. Y abajo, contrario a lo que se pensaba, la segunda vocación del Prof. Ferrada, después de ser puritano (Oh, inconveniencia cronológica! Oh, humanidad!), sería la de bartender. La sonrisa lo dice todo.