Saturday, September 01, 2007

La Belleza de lo Simple

Viéndome en la obligación de estudiar a tipos como Neruda y Borges, he aprendido a admirarlos (sí, muy a pesar mío, el vate chileno tiene cosas muy buenas... las con menos mermelada, claro), pero ello no implica que los sienta cercanos. Bueno, a Borges sí ya que la nada y los laberintos se configuran desde temprano en la mañana y los he sentido en los huesos toda la vida.
El asunto es que la grandilocuencia siempre me ha apartado de la escritura de mucha gente. Relatos épicos los puedo disfrutar y admirar hasta el hartazgo, pero una vez llevado a elegir mis favoritos, el relato íntimo, de las cosas sencillas son los que ganan en mi lista. Y es que mi vida es sencilla, poco llamativa, en que lo simple adquiere un valor subacuático masivo en que solo se ve (para quien va de pasada y solo mira) la puntita del iceberg.

Convivimos cada día con milagros secretos, ocultos, agazapados en una intimidad que en sí misma es un prodigio. No quiero enumerar una serie de nimiedades machacadas hasta el hartazgo por las tarjetas y los forwards cursis como la sonrisa de un niño o el amor de una madre o la verdadera amistad, pero sí asegurar que en cada cosa está presente la nada y la batalla contra la misma y que solo es la mirada (no la que busca dominar y tan agazajada por los discursitos sobre el poder) la que decide la victoria de uno u otro.

tal vez descubrir estos momentos y perpetuarlos en algún tipo de registro que logre traspasar a la imperecibilidad de un registro lo visto y sentido sea una de las funciones del tan llamado arte. Andrés, mi discreto amigo, preguntaba el otro día si la vida podía ser arte, la respuesta es sí, pero vida que permanece a través de algún tipo de artificio, algún tipo de violencia sobre la naturaleza, sobre la pasajera existencia humana.








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