Monday, September 19, 2005

Salgo y el frío me entumece hasta la punta de los pies. Aún así, continúo con la esperanza de que algún día ese calorcito rico que empieza casi sin darse cuenta al caminar se anuncie y que por fin comience a sentir mis pobres dedos.
Veo el reloj y me doy cuenta que la micro viene más que atrasada, y que por lo tanto yo estoy en las mismas. En espera, se me acerca un cabro chico vestido de terno y antes que yo pueda hacer nada, saca del bolsillo un folleto cuyos dibujos reconozco inmediatamente como de esos realistas mula de los testigos. Me pregunta si tengo tiempo para escuchar sobre lo que va a pasar antes del fin del mundo. Estoy a punto de decirle que va a ser el fin del mundo si le llego atrasado a la neura de mi jefa, pero el tipo ya se instaló en el sofá de la conversa y no va a haber forma de detenerlo. me dice que el asunto está escrito en la Biblia y que hay que convertirse, hay que empezart a ser bueno y cumplir con la voluntad de Jehova. Pienso que la voluntad de alguien que ni siquiera se decide por un nombre definitivo debe ser algo más que esquivo en expresar voluntades. A mí ya me cuesta decidir un sabor de helado o el combo que prefiero en el mostrador del restaurante.El chico sigue hablando y yo oteando al horizonte sin disimulo. Igual me sento altamente generoso, considerando que al testigo anterior le dije que no persiera el tiempo, que me importaba un coco que el mundo se destruyera en este instante y que mejor se dedicara a salvar ovejas salvables. Cuando por fin llegó la condenada micro, interrumpí la oración (entiéndase enunciado, no rezo)final con un lo siento, lolo. Hasta aquí llegó nuestra conversación. A lo que me llegó un "prometa que va a leer esto" mientras me pasaba un par de folletines. Después de pagar el pasaje (la indiferencia del chofer fue bienvenida) y asegurarme un asiento junto a alguien flaco, ví los dibujos en que gente sonriente compartía jardines con arcoiris y leones sonrientes. Suspiré hondo y pensé antes de dormirme que nunca en esta vida podría usar ternos. Casi quedándome dormido, pensé en lo que me gustaría ver a los cuatro jinetes y que todo terminara.

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